El blog de Luisa Tomás
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martes, 26 de octubre de 2010
De vampiros y otras movidas otoñales
Ego vero fateor... (Cicerón, Pro Archia). Pero él lo usaba para otra cosa bien distinta. Yo cojo sus palabras para entonar un yo confieso lleno de dulce y culpable satisfacción. Hace unos meses, dije aquí mismo que The Vampire Diaries (Crónicas Vampíricas) no era chupasangre de mi devoción. Pero donde dije digo, digo lo que quiero: ha empezado a gustarme.
Uno de los culpables de que esto sucediera ha sido mi admirado Moltisanti, que me dio diez razones para insistir. Vale, he insistido. Tampoco me ha hecho falta mucho: sólo he visto un capítulo más. Y me ha gustado. Y me ha gustado lo suficiente para decidir que voy a comprarme la primera temporada, que no tardará en caer. Porque es una de esas series bonitas que no quiero ver online.
Vale, es un poco teen, pero no pasa nada. Está bien hecha y es, sobre todo, muy estética, que es lo que más me llama la atención.
No sé si es que yo ya no tengo capacidad crítica o que estar sin vampiros en serie hasta junio del año que viene (cuando salga la cuarta de True Blood) se me hacía muy cuesta arriba.
Me encantan estos bichos. Y de The Vampire Diaries no puedo decir mucho, porque sólo he visto dos capítulos, pero tiene ingredientes: vampiro malo, vampiro bueno, historia de amor, almas atormentadas, diarios, caserón, cementerio... Es decir, ingredientes sufcicientes para que los amantes del género nos demos por entretenidos mientras dura el capítulo.
Ahora bien, creo que los directores de casting buscan un perfil muy determinado para el vampiro bueno (a ver, ya sabéis que soy de Eric, pero me voy a ceñir a los estereotipos). El vampiro bueno, enamorado y atormentado por el hecho de ser vampiro es un hombre atractivo, de rasgos afilados, mirada penetrante, pelo moreno, cortado un poco "antiguo", así, como con aire romántico. Un poquito duro, pero sin llegar a ser macarra. Sutil, delicado y a la vez fuerte, de los que te salvan si vienen los malos. Visten de oscuro y llevan chupas de cuero, sudaderas con capuchita... Y, claro, tienen la tez blanca y sugerente como un panecillo levemente horneado. Dicho esto, concluyo: Edward Cullen (Robert Pattinson, Crepúsculo), Stefan Salvatore (Paul Wesley, The Vampire Diaries) y Bill Compton (Stephen Moyer, True Blood) guardan un pareceido más que razonable. De todos, me quedo con Bill. Y entre Bill y Eric... pues rojo y en botella, al vikingo, sin duda.
Que cómo lo echo de menos, dios. Nunca pensé que una serie de televisión pudiera influirme tanto y tan para bien o tan para mal (no sé). Ego vero fateor... (again). Es decir, que vuelvo a confesarme: "No me gusta prestar mis series". Nada. No me gusta nada. Las series que compro (que son muchas, a menor gloria de mi discreto presupuesto) las compro porque son importantes para mí. No es una cosa que yo vea y olvide. No. Ni mucho menos. Me gusta tenerlas, volver a ver mis capítulos favoritos, ver las cajas y guardarlas con infinito amor. A día de hoy, sólo las presto sin demasiadas reticencias a mi amigo Manon and Cía. Éste (del que ayer alguien me dijo que es como yo pero en tío) es un tipo muy majo, pero muy peculiar que hoy me ha alegrado la mañana: "Me ha encantado True Blood, y mira que me jode".
Querido Manon, me encanta que te guste porque, aunque no lo creas, me gusta compartir mis gustos. Sobre todo si sirven para que en tu fabuloso hogar, que es también un poco mío (te aguantas), se disfrute viendo a estos vampiros pirados que pueblan las calles de Bon Temps. Además, tienes un privilegio: sois los únicos a quienes les he prestado "True Blood". Digo más: seréis los únicos.
Ay, cómo echo de menos a Eric y Bill, y hasta a la tonta de Sookie. Para sobrellevar la nostalgia, vuelvo a confesar: voy a celebrar mi cumple, este fin de semana, con mi hermana, mi cuñada y mi sobrina. Hasta ahí todo normal, pero lejos de comprar tartas y engordar, vamos a vestirnos de vampiresas: gasas negras, terciopelos rojos y poco sentido común. Prometo que no habrá fotos.
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¿Que soy como tú pero en tío? Válgame Dios. O los vampiros, o quien sea (menos CR7, claro). En fin.
ResponderEliminarPues sí, Luisa me ha dejado trubluz, envuelta en un pañuelo. En casa cada vez que la cogemos nos ponemos guantes de latex para no dañar la caja no sea que al devolverla nos llevemos un mordisco.
Hola,
ResponderEliminarEspero y deseo que las series de vampiros que adoras sólo tengan influencia en lo estético y no en las apetencias, pues de lo contrario viajaré a Madrid crucifijo en mano.
Por cierto, que ayer pensé en ti. Vi un trozo de dos series: "Hispania" y algo así como "El Príncipe y la corista". Pensé en los guionistas, productores, realizadores y hasta en Bambi y Micke Mouse.
Un abrazo.
Manon, no lo dije yo. Me lo dijeron y me hizo gracia. Y sí, os he prestado True Blood con amor y con cariño. Y sí, envuelta en un gran pañuelo para que las inclemencias del ambiente no la dañen en el traslado. Un mal golpe, una caída, un frenazo y la cajita al suelo... y mi True Blood con la caja llena de arañazos. No, eso no. Con todo y con eso, os la presto con todo mi corazón y sois los únicos a los que les perdonaría la vida si se estropease... Je, je.
ResponderEliminarIgor. ¿Pensaste en mí? Me honra. Influencias estéticas nada más, no sufras. Y no en mi vestimenta ni aspecto ni nada de eso. Me mola el ambiente que se crea en las historias de vampiros, pero llevo vaqueros y no vestidos rojos con cola y tomo vino tinto, no True Blood.
No vi ninguna de esas series que dices. Ver esas cosas me lo prohíbe mi religión.
Otro abrazo pa ti
Vaya, sí que hay historias de Vampiros, pero espero que no todos sean tan pan sin sal como el de Crepúsculo, que parece amargado todo el rato. Ese Eric ya lo estás echand de menos, se ve, jeje. También yo espero tus impresiones sobre Hispania, doy la mía: Inenarrable xD
ResponderEliminarUn saludo :)
Explorador, tengo que decepcionarte y lo siento: no vi Hispania, ni quier verla. Dios, creo que no podría soportarlo.
ResponderEliminarMe fío de ti.
Un abrazo