El blog de Luisa Tomás

El blog de Luisa Tomás

miércoles, 27 de julio de 2011

¿Entrada sin título para un día sin sol?


Cuando ella se despertó, supo que la falta de tiempo era una excusa para no enfrentarse a las verdades. Habían dejado de compartir las lluvias y, por añadidura, las cálidas humedades. Y el sudor. Y el dolor de cabeza. "Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas, huiremos lejos de aquí, a otro planeta, llévame...".

Zumo + Ibuprofeno: buen día para dejar de fumar. Y de beber. La manida frase "siempre sale el sol", además de una obviedad, es una verdadera putada. "Él decide por fin vomitar las ideas, ella lo sabe y tranquilamente lo espera"...

O esperemos al otoño, cuando la tele se pueble de anuncios de colecciones y el fútbol mitigue soledades y rutinas, o genere otras. Cuando te invite a frío y me ponga la gabardina negra, ésa que me queda tan bien y tanto te gusta. Y las botas altas o los tacones rojos. Y el humo acompañe a las tardes como parte del atrezzo de una película antigua, en blanco y negro. Y escuchemos la música de entonces, tomando un café. Quizá para esos días grises, mientras agoniza septiembre, ya no queden reproches ni enfados callados ni huidas ni excusas. Ni más dolor. Ni miradas ocultas. Quizá para entonces los recuerdos ya no sean lágrimas ni las manos mentiras.

Al salir de la ducha, aquella mañana de julio, supo que nunca había vivido un verano tan desapacible. Y que más bien parecía un largo invierno teñido de sol, de tejados que agonizan, de un viento helado que perturba la piel y la hiere. Y prefirió el invierno y un sueño profundo en una cabaña de madera, con chimenea y nieve. Y un relato inventado a oscuras. Y el tacto caliente. Quizá para entonces, al abrigo de enero, su boca cobarde pronuncie "te quiero. No te vayas nunca, no te vayas lejos".




P.D. o Moraleja: Ella jamás volvió a beber tequila. Le provocaba resaca, incontenibles ataques de sinceridad, despertaba su libido y le recordaba que lo quería demasiado. Y, como todo el mundo sabe, amar perjudica seriamente la salud. Y el Ibuprofeno, el hígado.

martes, 26 de julio de 2011

Letargo chicharrero, Sexo en Nueva York y cañas en Carabanchel

El verano saca lo peor de mí. Estos días no vivo, repto. De la cama a la ducha, de la ducha al coche, del coche al trabajo... Cómo estará mi cuerpo que ni de salir tengo ganas. Es más, mis maneras cada vez me recuerdan más a las del rodríguez al uso, el mítico español que se bebe una cerveza viendo el fútbol y rascándose los güevos. Sólo que yo no me los rasco, no tengo (físicos, mentales dicen quienes me conocen que tengo demasiados. También dicen que soy una mujer fálica, hecho que asumo con naturalidad y sin complejos).

Este verano me he enganchado a Sexo en Nueva York (entono el mea culpa). Me he tirado años y años diciendo que esa serie no me interesaba nada y que era un aquelarre de zorras desesperadas. Y lo mantengo. No me interesa y las protagonistas de la serie son un puñado de zorras desesperadas y necesitadas de macho para sentirse realizadas. A estas alturas de la historia televisiva, todo el mundo sabe de qué va la cosa: cuatro amigas muy pijas que dicen tener treinta y tantos (mentira, las actrices pasan todos de los 40, que no pasa nada... pero, joder, no me vendáis la moto, que reconozco una pata de gallo a los cinco kilómetros) no paran de enrollarse con tíos de todo tipo y condición. Y no, no vengo a dictar moral, ni nada que se le parezca. Sólo digo que la serie es un cúmulo de mentiras y tópicos.

A ver, una pava de treinta y tantos o cuarenta –de profesión liberal y más o menos acomodada, burguesilla– no conoce cada día a un pavo distinto por sexy que sea ella (que no es el caso, las tías de la serie no son precisamente espectaculares), tampoco tiene esa cantidad de ropa de firma ni tanto tiempo libre. Y lo que es más importante: tampoco esa neurosis uterina que hace que el orbe conocido y por conocer gire en torno a sus picores vaginales.

Dicho esto y contando con ello, a falta de Mundial que echarme a los lomos y a la espera de mis vacaciones, no me queda más que entregarme al placer inmediato de la cerveza fría en el sofá mientras veo capítulos y capítulos de estas pájaras haciendo las patéticas. Por el bien de la humanidad, espero que todas las tías que van de "supersinglespostmodernasindependientes" no piensen que Carrie y compañía son un ejemplo de nada (digo esto porque la peña es muuuuuu inocente) y/o que para ser "unachicadehoysuperactual" hay que parecerse un ápice a este puñado de histéricas.

En fin, a ver si tras este desahogo, hoy me desperezo y me bajo a tomar algo con los amigos a sabiendas de lo siguiente: según entras al bar no hay un tío bueno que gana una pasta y está en la barra tomándose un cóctel y esperando a que llegue una mujer como tú (o tú misma) para declararte tus incontenibles ganas de llevarte a su ático. No, tomaré la cerveza en el barrio, donde el Valen o en el Chigar, o en el bar de la oreja, con la gente de siempre, que tiene barriga, granos, patas de gallo e imperfecciones. Pero que son perfectos para echarse unas risas y hacer de la realidad algo realmente bueno.

Y para que os riáis un poco, os doy dos opciones: os unís a las cañas de hoy (nada espectacular, litros de cervezas, cabezas de gambas en el suelo, aceitunas, algo de fritanga) o bien veis este vídeo de Samantha, una de las protagonistas de la serie. Sí, hace gracia. Y a veces es muy incorrecta

viernes, 15 de julio de 2011

Delirios de luna llena

Dejadez, pereza o falta de tiempo. O todo a la vez. De ahí este fingido abandono. Pero llega el viernes (y yo sin un mal beso que llevarme a la boca). ¿Que por qué pongo esa frase y además entre paréntesis? Porque es lo que me ha venido a la cabeza y no pega nada, entonces lo pongo y lo acoto, como el que no quiere la cosa.

No sé muy bien qué contar. ¿True Blood? Eric me lleva de cabeza. Ahora está amnésico y me descojono, un vampiro sin memoria y con esas camisetas... ¡Bendito sea el sentido del humor de Allan Ball! ¿Juego de tronos? Estoy tan obsesionada que no tengo nada que decir. Así que, como no sé qué contar, voy a soltar algo a bocajarro y a darle a la tecla sin pensar. A ver qué pasa.

Anoche, desde mi cama, se veía la luna llena. Y eso me recordó a ti. Tampoco creas que estoy poética; también me recuerda a ti un huevo frito y cada canción, el sonido del despertador y los pelos del lavabo. Las imágenes poéticas las dejaré para días más plácidos. Las realidades matan a las metáforas.

Y no, tampoco es nostalgia de los días en los que el agua se me hacía boca si la tomaba contigo (aunque siempre preferí el tequila, que me suelta más la risa, pero es que no hay frase hecha que me venga al pelo para ponerla patas arriba).

No se asoma a mi ventana la depresión ni la melancolía, sólo la luna llena, la jodía (huy, que rimo sin querer). Y con ella el aullido, histérico y femenino, desde la tripa a la garganta, que busca, inquieto, tu grito de guerra.

Acompañaré esta luna llena con algunas soledades y mis series de cabecera. Qué curioso es el comportamiento humano, a veces tan animal. Siempre, en verano, me invade el espíritu de Doctor en Alaska. Y con él os dejo.

domingo, 3 de julio de 2011

Voy de negro

Voy de negro. Y de negro me verás.
A veces literal (le sienta bien a mi piel tan blanca y a mi corazón tan merengue). Otras, figurado.
Si uno se pusiera a analizar el dolor, acabaría enchufado a la tableta de Valium y a la botella de tequila. Si yo me pusiera a analizar el dolor, pasaría del Valium: me entregaría sólo al tequila. La resaca es incómoda, que no dolorosa, pero ese sabor rompiendo la garganta es mucho más placentero que el hecho de tragar una pastilla, tan aséptico per se. Tan del siglo XX, tan yupi, tan pasado de moda. Si uno se entrega al precipicio, que deje, al menos, algo de poesía. O un regusto en los labios, con sal y limón, por si alguien en el último momento quisiera besarlos.
Si algo puede ir mal, sin duda irá mal. Si hoy el día es gris, mañana será negro. Y no hay tonos intermedios ni marengos ni perlas (y si sale el sol será para Shakira, que además de fea canta mal). Sólo queda, quizá, el refugio de los cálidos tonos rojizos del atardecer, levantarse heroica, a lo Escarlata O'Hara, en un ocaso decadente y envuelto en dificultades.
Y si hace días que no me paso por aquí, no es porque no me acuerde, es porque ni las pobres musas, que en otros días me acompañaron para teclear (que ni siquiera escribir, no pretendo darme títulos que no merezco), se dignan en pisar, con sus leves y níveos pies, mi estancia (que rezuma plásticos, obras, rumanos que se piran cuatro horas, cemento, baldosas y desorden).
No reina la belleza en mi vida en las últimas semanas. "Póngame cuarto y mitad de poesía", le dije al pollero, que me miró extrañado y contestó "señora, el contramuslo está en oferta". "Que no me digas señora, hostias. ¿Has visto mi piel, mi corte de pelo, mi vestido? Métete los contramuslos por el culo, macarra". "Señora, macarra será usted, que contesta de tales maneras...". Y tenía razón el muchacho. Y cuánta.
Pero no la suficiente. A veces me gustaría ser más macarra, liarme a hostias, romper los taburetes de un bar (sobre todo de uno), montar un titi y que sea lo que dios quiera. En fin, aplacaré hoy mi instinto asesino (figurado) yendo a los toros. Ya se sabe: prohíbe, que algo queda.
Y sí, hoy voy de negro. Literal y literal. De ropa y de alma. Voy de negro, por la decepción y la tristeza. Voy de negro, de negro me verás.