El blog de Luisa Tomás

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viernes, 8 de octubre de 2010

A mi adorado don Mario


Cuando lo supe, me alegré. Desde hace años, cada vez que anuncian el Nobel de Literatura, deseaba escuchar dos nombres: Javier Marías o Mario Vargas Llosa. Ambos me encantan, cada uno por una cosa (por varias, más bien). Para mi Javier Marías habrá que esperar –le debo tanto...–. Lo de don Mario ya está hecho. Y me alegro. Como dice un amigo: "Por fin un premio Nobel que conozco". Yo diría también "Por fin un premio Nobel que me pilla cerca". Y tan cerca. Un Nobel a un autor que escribe en español es un Nobel para nuestra literatura, la que se escribe en nuestra lengua, que es mucha y la hay muy buena.


Aún no he leído ni he querido leer nada de todo lo que se está publicando y/o diciendo de Vargas Llosa (luego leeré el periódico), pero estoy casi convencida de que todo lo que se dirá será bueno y habrá quien, habiéndolo puesto verde en otras ocasiones por su pensamiento político, ahora lo alabe. Siempre dije y defendí que no se puede incurrir en la falacia de leer una obra literaria y estar pensando en la biografía del autor. Y esto no se me ha ocurrido a mí, no. La crítica literaria del siglo xx ha definido perfectamente las cuatro falacias en las que caemos los ingenuos lectores cuando nos enfrentamos a la literatura (me refiero al "new criticism", que define la falacia intencional, la afectiva o psicológica, la falacia del mensaje y la biografista –a ésta me refiero ahora–. El "new criticism" desprecia los aspectos biográficos de los autores y su intención, lo que importa es la obra en sí misma). Dicho esto, me parece de una ingenuidad infinita rechazar a priori una obra literaria sólo porque el autor no piense como nosotros (¿y si la obra fuera de un anónimo?). Me parece aberrante y dictatorial porque de eso se desprende que queremos el pensamiento único y despreciamos todo aquello con lo que no estamos de acuerdo. Y cada día soporto menos esa tendencia, creciente y peligrosamente amenazante entre la progresía de suplemento dominical, cultureta y semibohemia. Vargas Llosa es sólo un liberal. ¿Y?

Y un magnífico escritor.
Lo que más me gusta de Vargas Llosa es que uno casi puede tocar lo que está leyendo. Escribe con los sentidos, su literatura se huele y se saborea. Es de un léxico y una sensualidad exuberantes, como si al papel trasladara la apabullante naturaleza hispanoamericana. Uno lee a Vargas Llosa y goza y ama y siente y sufre y suda porque todo lo ve y lo palpa. Porque a don Mario nada se le escapa. Uno lee a Vargas Llosa y respira el aire que hay en sus libros. Uno lee a Vargas Llosa y cree que nadie escribe ni describe mejor que él. Sus palabras son de un lirismo avasallador, llenas de contenido, de sonoridad. De sentido.

"No se imagina lo feliz que me hace leer sus libros". Eso le dije el día que me lo encontré en la cola del cine en Martín de los Heros. Iba con mis hermanas, y a las tres nos encanta. Y no pudimos evitarlo: tuvimos que saludarlo. Y nos quedamos atontolinás, porque, además de todo, es un pedazo de señor. Qué sonrisa. ¡Cómo da la mano!

Podría decir que "La fiesta del chivo" es uno de los mejores libros que he leído. Que me encantan "Los cuadernos de don Rigoberto" y que nadie ha creado un personaje tan perfectamente quijotesco como lo hizo él en "El loco de los balcones". Pero no quiero decir nada más porque quiero acabar la entrada con un parrafito de don Mario, que es mucho más interesante que cualquier cosa que yo pueda contar. Es del libro "Elogio de la madrastra", del capítulo "Venus con amor y música" (y si no lo habéis leído os lo recomiendo con fervor). En él, a través de un cuadro de Tiziano, se describe una fantasía del protagonista del libro, don Rigoberto. Y es de una sutileza que estremece. Extraigo unas frases (el que habla es Amor). Y, lo dicho: no digo más. Que diga él.

"Tú no eres tú sino mi fantasía", dice ella que le susurra cuando la ama. "Hoy no serás Lucrecia sino Venus y hoy pasarás de peruana a italiana y de terrestre a diosa y símbolo".

Tal vez sea así, en las alambicadas quimeras de don Rigoberto. Pero ella sigue siendo real, concreta, viva como una rosa sin arrancar de la rama o una avecilla que canta. ¿No es una mujer hermosa? Sí, hermosísima."

"La palabra que cifra mejor su cuerpo es: turgente. Azuzada por mis salaces ficciones, todo en ella se vuelve curva y prominencia, sinuosa elevación, blandura al temple".

"Pronto se abrirá la puerta y escucharemos el quedo susurro de las pisadas en la alfombra de don Rigoberto. Pronto lo veremos asomarse a la vera de este lecho a comprobar si hemos sido capaces, yo y el profesor, de acercar la rastrera realidad a los oropeles de su fantasía. Oyendo la risa de la señora, viéndola, respirándola, comprenderá que algo de eso ha ocurrido. Hará entonces un casi imperceptible ademán de aprobación, que será para nosotros la orden de partida.

El órgano enmudecerá; con una profunda venia, el profesor hará mutis por el patio de los naranjos y yo saltaré por la ventana y me alejaré volatineando rumbo a la noche fragante del campo.

En la alcoba quedarán ellos dos y el rumor de su tierna contienda".

4 comentarios:

  1. Estoy encantada, feliz, contenta y reconciliada con la vida. Don Mario se lo merecía hace ya mucho tiempo.
    Quizá se le puedan criticar muchas cosas (yo casi ninguna, la verdad), pero su obra literaria es maravillosa e intachable desde el principio al final. Me muero de ganas de leer su próxima novela.
    Gracias, don Mario, por tantos momentos de placer y gracias, Luisa Tomás, por traer aquí a un Nobel con todas las letras.

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  2. Si es que don Mario es un sol de los grandes, de los enormes. Qué menos que hacerle una entradita...
    Gracias a ti

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  3. Un gran premio para un gran escritor. En los comentarios de los periódicos alaban o denuestan la concesión del premio principalmente por las ideas que ha manifestado Vargas Llosa. Y me parece lamentable. Es cierto que parece que escribe como habla, con una sensualidad especial, meciendo cada palabra. Te hace querer la lengua que hablamos. Así que enhorabuena a él, y enhorabuena a nosotros ;)

    Un abrazo.

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  4. Pues sí, habrá que celebrarlo. Gracias, Explorador.
    Abrazos

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