El blog de Luisa Tomás
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lunes, 2 de agosto de 2010
Desmontando a Garcilaso
No creo que los poetas sepan de amor. Lo piensan, lo escriben, lo describen y lo adornan. Pero no saben de amor. Si supieran, no escribirían. Vivirían y ya. ¿Por qué digo esto? Pues no lo sé. Es lunes, tengo sueño, tengo que currar, me duele mucho la espalda, me aburro y no tengo nada mejor en lo que pensar tal día como hoy. Además, a excepción de Quevedo –por razones obvias, morales y físicas–, creo que casi todos los poetas que escriben versos de amor lo hacen para seducir jovencitas, empezando por Neruda, que me encanta a pesar de que las malas lenguas –que son todas– digan de él que era un pelín viejo verde aficionado a las demasiado jóvenes (uff, mejor no entrar en eso y quedarnos con sus inmensos e innumerables aciertos fónicos. Sí, porque el tan recurrente "me gustas cuando callas porque estás como ausente" no es más que un acierto fónico. No es precisamente una alabanza, pero bueno; seguro que más de uno atrapó en sus redes de araña a una mosca inocente con tan manido versito). Joer, a poquito que me ponga se me va el hilo y me enredo en la madeja, sobre todo con estos temas. Bueno, de Neruda a Garcilaso, uno de mis favoritos, o mi favorito incluso. Nadie habló de amor como habló él. Estoy segura. A mí me gusta de él todo. Absolutamente todo: su vida y su obra. Y a él lo imagino inmensamente atractivo, espigado y con barba. Me encanta que participara de las intrigas políticas de la época y que fuera un soldado. También que muriera luchando, como corresponde a un soldado del siglo XVI, que fuera un bravo y a la vez un refinado caballero y que estuviera en la Corte. Y ahí es donde yo lo imagino persiguiendo damas entre tapices (quizá ando influida estos días por "Los Tudor", donde el poeta cortesano escribe pa lo que escribe y para nada más). De Garcilaso me gusta todo, insisto, que fuera cortesano del gran emperador Carlos V y, a la vez, condenado al destierro (con lo que el ostracismo supone) por éste mismo por un "asunto personal", que no político. Qué pasaría o qué no pasaría entre el emperador y gran hacedor de sonetos (insisto, para mí de los mejores, junto a los de Quevedo. Son los más precisos, los mejor acentuados, los más redondos y los más hermosos, claro) para que el primero lo condenara al destierro. Jamás lo sabremos, aunque parece ser que el emperador se mosqueó porque el poeta participó como testigo –o similar– en la boda del hijo de un comunero. Sea como fuere, en sus 34 años de vida, Garcilaso tuvo tiempo de todo, hasta de morir heroicamente. Y dejó los versos de amor más hermosos que yo he leído jamás. Aunque creo que no sabía de amor y sí mucho de seducir. Porque el poema que hoy no se me va de la cabeza es una aberración, un atentado contra la razón: nadie se muere por nadie, y menos de amor; nadie nace para querer a nadie, ni mucho menos, y nadie le debe nada a nadie, y menos la vida. Es decir, que mi adorado Garcilaso, que no era tonto, escribía todo esto porque es bonito pero sabía que escribía falacias. Seguro que alguna dama cayó en sus brazos después de que él le declamara este soneto. Ay, inocentes: no os dejéis llevar por las palabras vanas.
Fuera como fuese, por la razón que él quisiera, por oficio, beneficio, incluso fornicio, con perdón, es tan bonito, tan, tan, tan bonito, que no me queda más que darle las gracias al amor, y al propio Garcilaso, por hacer brotar el milagro de la poesía. ¡Ay! (Eso es un suspiro).
Escrito’stá en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
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Totalmente de acuerdo contigo, el amor cortes usa y abusa del desamor y la muerte, en un escenario en que las palabras eran regalos y adornos, creo que el problema es que hemos perdido el contexto y muerte suena a muerte.
ResponderEliminarNo osbtante, me encanta Garcilaso y este es uno mis sonetos preferidos:
SONETO XXXVIII
Estoy contino en lágrimas bañado,
rompiendo siempre el aire con sospiros,
y más me duele el no osar deciros
que he llegado por vos a tal estado;
que viéndome do estoy y en lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para hüiros,
desmayo, viendo atrás lo que he dejado;
y si quiero subir a la alta cumbre,
a cada paso espántanme en la vía
ejemplos tristes de los que han caído;
sobre todo, me falta ya la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.
Querida Luisa, cada hombre (y cada mujer) utiliza en la seducción las armas que posee. Unos tienen dinero y hacen regalos, aquellos aprovechan el atractivo físico que les dio la madre naturaleza, estos son dicharacheros y divertidos, otros son inteligentes, u osados, o trabajadores... Algunos aúnan varias de esas características, y los hay para todos los gustos. Los poetas, por supuesto, escriben poemas de amor. ¿Qué otra cosa iban a hacer?
ResponderEliminarY eso de que nadie se muere de amor... Algún día, cuando se curen del todo algunas heridas que me impiden entrar en detalles, te demostraré con un par historias reales que conozco muy de cerca que eso no es cierto. ¡Claro que se muere de amor! ¡Claro que se puede morir por alguien!
Un beso, campeona.
P.D.- El soneto es glorioso.
Ay, Pilar, es que Garcilaso escribe tan bien... El que tú dices es maravilloso. Pero qué me cuentas del que acaba así:
ResponderEliminarMis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
Estremecedor.
MRG, eso dicen, que se muere de amor. Perdona mi escepticismo. La experiencia me dice que no, espero que me cuentes esas historias, pero, sobre todo, espero que se curen tus heridas. Igual, entonces, contadas por ti, esas historias logran convencerme de algo. Hoy por hoy, no sólo no creo que se muera de amor, sino que somos incapaces de movernos un ápice de nuestra acomodada vida por otra persona. En fin, supongo que soy la viva imagen de la pérdida total de fe, en el amor y en casi todo. Pondré el entusiasmo en otras cosas.
Un abrazo y gracias
Te iba a llamar descreída y mujer de poca fe en el anterior comentario, pero me corté, y ahora veo que te lo llamas tú misma. Por algo se empieza. ;)
ResponderEliminarEvidentemente yo no me he muerto de amor, aunque creo que sería capaz de hacerlo, pero conocí a personas que sí murieron de amor, y me han contado otros casos muy cercanos.
De todas formas, y pensándolo bien... define "amor". A ver si vamos a estar hablando de cosas distintas...
Un beso,
Martín
No tengo palabras para definirlo. A mis 33 y no tengo ni idea, creo. Me doy mus y pongo la definición de la RAE, bueno, las cinco primeras acepciones. Me encanta la primera, cuando dice lo de partiendo de su insuficiencia...
ResponderEliminar1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
5. m. Blandura, suavidad.
Hola que tal, ¿cómo te estás?, felicidades por el excelente blog que administra.
ResponderEliminarQuisiera poder contar con él en mis blogs, para que mis visitantes
puedan conocerlo, ya que sería de mucho interés para ellos.
Si está de acuerdo, por favor escríbame a manganimemaster@gmail.com
Que voy a dcirte.<>.
ResponderEliminarY si el amor; mas que literatura, es realidad, pero yo creo que más que morir de amor, es de desamor de lo que no se puede vivir.
Paquita.
Hola, Paquita.
ResponderEliminarBueno, hay gente que vive desenamorada toda la vida. No pasa nada. A veces el amor está idealizado, o sobrevalorado. O ambas cosas.
Pero bueno, cada cual es cada cual y vive las cosas a su manera.
Un abrazo
Luisa Tomás