El blog de Luisa Tomás
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lunes, 9 de agosto de 2010
Tres puntos de la tercera
Van ya un buen puñado de capítulos de la tercera de "True Blood" y mi felicidad empieza a crecer. Eso sí, esperaba que fuera aún mayor. Así que, en cierta medida, estoy algo decepcionada. Creo que la serie ha perdido algo de fuelle. Nada que ver con la brutal primera temporada, que es absolutamente genial: lo más divertido y canalla que uno puede echarse a la cara. La segunda fue estupenda, aunque la sobreexplotación de la trama "ménade" acabó saturando a los seguidores más ávidos de vampirismo. En esta tercera temporada, la sobreexplotación va por el lado de los seres sobrenaturales, y tanto es así, que aquí, salvo Arlene, la camarera pelirroja, no hay ni dios normal. Bueno, el pobre Jason, que sigue igual de tonto y continúa siendo uno de los contrapuntos divertidos al tono dramático que a veces tiñe la serie -sangre, crímenes, dolor-. Pero, con todo y con eso, "True Blood" me sigue pareciendo un gran hallazgo. A pesar de incurrir a veces, como apunta bien siempre Moltisanti, para mí, el que más sabe de series en la piel de toro, en un bizarrismo brutal, tiene unos chispazos de lo más inteligente.
Vampirismo aparte, sexo aparte, estética aparte y todos los apartes que uno quiera hacer, hay dos cosas de esta temporada que me están volviendo loca. Bueno, tres.
La primera, algunas frases sueltas que te dejan un no sé qué en el cuerpo. Destaquemos dos o tres. Una, la que el propio Moltisanti destaca en su último "Se lo que dijisteis...", y que es ésta: "Ese pequeño loco pretencioso de Adolf tenía razón en una cosa. Hay una raza dominante, sólo que no es la raza humana". ¿Es buena o no? Pues sí, mucho. Te quedas tiritando. Otra, Eric anda coqueteando con un vampiro, el marido del rey de Mississippi, exactamente, viendo unos grabados japoneses sobre sexo vampírico del siglo XVI. Hablan de sexo y suelta: "Vamos, Eric, tú y yo sabemos que no hay nada nuevo, sólo alguien nuevo". Revelador. No diré nada al respecto. Otra, que es escandalosamente emocionante, es cuando Eric, al ver llorar a Sookie, le suelta eso de "me haces sentir inconfortablemente humano". Dios. ¡Ese vampirazo rubio, tan duro, diciendo eso!
Y así, podríamos seguir hasta el infinito. Porque cada capítulo deja tres, cuatro perlas de este estilo.
El segundo punto que me está volviendo loca esta temporada es la banda sonora. Por dios, no quitéis la música de los créditos finales y afinad el oído en algunas escenas, como en el Merlotte. Y pillaréis maravillas como ésta, que es una verdadera pasada.
La tercera cosa que quita el hipo de la tercera de "True Blood" tiene nombre propio. Y no necesita presentación, claro. Y aunque este vídeo ya lo he puesto en alguna ocasión, repito ahora: no encuentro mejor forma de empezar la jornada laboral en este aciago lunes de agosto. Gracias, Alan Ball. Nunca te estaré lo suficientemente agradecida por haber creado este monstruo tan absolutamente delicioso.
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Comparto contigo todo, punto por punto y no es peloteo es que yo me pregunto, ¿como puedo llevar la semana sin mi ración de nórdico, con permiso de mi sufrido.
ResponderEliminarSaludos wuapa que ya he vuelto
Bienvenida¡ Te echaba de menos. Yo no puedo estar sin ración de nórdico. Hoy me toca el capítulo ocho. Creo que Eric es lo mejorcito de la tercera temporada. Espero que hayas disfrutado del descanso.
ResponderEliminarLuisa Tomás