
Como se trata de Woody Allen, los medios dicen que es una película menor. Precisamente porque se trata de Woody Allen, yo diría que "Conocerás al hombre de tus sueños" es una película muy mala. Si la peli la hubiese hecho un aprendiz, o fuera un capítulo de media hora de una comedia televisiva mediocre, diría "bueno, no está mal", pero la peli de un tío con esa experiencia no puede ser tan aburrida y repetitiva.
El esquema es el mismo otra vez: narrador que presenta personajes y los va uniendo por las relaciones que tienen entre sí. Los personajes son los de siempre: gente acomodada que bebe y vive con mil histerias y neurosis. El tema: ¿la ilusión? No se sabe, quizá sea ése por una frase que dice Naomi Watts: "Las ilusiones curan más que la medicina". Frase absurda, además, que en absoluto comparto, ya que creo que las ilusiones (las ilusiones vanas, imposibles, las que te hacen no tener los pies en el suelo) son perjudiciales para la salud y la felicidad en general, pero bueno, ése es sólo mi punto de vista. El argumento: película coral que retrata los disparates de una mujer abandonada por su marido, la infelicidad de su hija con su marido, que se enamora de la vecina porque está muy buena, la hija a su vez se enamora de su jefe (Antonio Banderas, muy guapo para sus 50, muy majo, sí, pero tan mal actor como siempre) y éste que se enrolla con la amiga y el padre, que abandonó a su mujer, se casa con una putilla que le saca los cuartos. En fin, que tampoco es que la cosa sea muy original.
Para empezar, es una colección de tópicos y de personajes hechos: la rubia tonta con pinta de actriz porno, la casada cuarentañera insatisfecha, el cuarentañero que se niega a envejecer y se fija en la jovencita, el señor mayor que cree que tiene 30 y se enrolla con la rubia tonta, el mazacote del gimnasio sin cerebro, la artista progre... ¿Algo nuevo que aportar? Pues no, esta peli no aporta nada.
Y no es que la esté destripando. En la peli no pasa nada más. Y para más inri, el tío se permite el lujo de no acabarla. Presenta todas las historias y no cierra ninguna. Es como si dijera: "Tomad, retazos de mi arte. No cierro las historias porque no importa. Importa lo que construyo con mi visión, da igual lo que cuente". Pues no, Woody Allen no es Miguel Ángel y no puede permitirse no acabar sus esculturas -películas-, pues no son, ni de lejos, perfectas. Y no plantean nada original. Abusando de su pasión por lo psicoanalítico, pone a funcionar a todos los personajes por síntomas. Si alguien tiene histeria, se mueve por histeria y no hay más. Se acabó la complejidad del personaje. Ya está. Y eso aburre. Es todo tan plano... Además, creo que todos los síntomas son síntomas suyos: todos los personajes son pequeños Woodys moviéndose en casas bonitas, bebiendo cosas ricas y poniéndose ropa cara.
El narrador de las neurosis de la gente de pasta ha patinado esta vez. Y de qué manera. Ya lo siento, porque, con sus más y sus menos, Woody Allen siempre me ha interesado y me ha entretenido. Esta vez no me ha hecho ni gracia (el guión es sosísimo).
Lo mejor: los actores. Anthony Hopkins, Josh Brolin y Naomi Watts son geniales. Y Banderas... pues a Banderas mola verlo ahí, al chavalito de Málaga, tan majo, trabajando con los grandes. A mí me cae bien, y mola verlo hablar su inglés con deje del sur (del sur de España, quiero decir). Y el tío, para tener 50, ole cómo está... pero creo que es un actor con pocos recursos, pero, en este caso concreto, no importa. Total, pa lo que hace...
En fin, que la que necesitaba una hora de diván después de ver este dislate era yo.
Si os animáis, id. Si no, gastad los ocho pavos del cine en algo más productivo. Cerveza, por ejemplo.