El blog de Luisa Tomás

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martes, 20 de marzo de 2012

Venciendo a la inercia de Tánatos


A veces tengo la sensación de que acabaré volviéndome loca.

No soy dada a pensar que la vida es poco o nada, más bien lo contrario. Amo tanto, tanto la vida... que de ti me enamoré (cantaba Ismael Serrano). No, ya en serio. Me gusta la vida en general. Y en particular, la mía. Que es, al fin y al cabo, la que he elegido. Sí, ya sé que con la que está cayendo hay que decir aquello de "vivo como y donde puedo". Sí, es verdad, pero eso, bien pensado, desde el fondo del alma, no deja de ser una elección. Afortunadamente.

Y no, no es que uno, en sus soledades, piense: "Quiero la vida de Victoria Beckham –por sus bolsos, su cuenta bancaria y su marido, por este orden (me encanta frivolizar premeditada y provocativamente. Por joder, ya sabéis–)". No, es que quiero seguir pensando que somos los únicos dueños de nuestro destino, capitanes de nuestra alma.

Ya hablé en su día (esto de citarse a uno mismo queda pedante y odioso, pero me la pela) de que el individuo puede vencer a las circunstancias o que puede dar lo mejor de sí en las condiciones más adversas.

Y recordé a Cervantes, claro. Y ahora un amigo me ha pasado la serie que RTVE hizo sobre EL escritor (y pongo ese EL porque creo que no hay ni habrá otro, los demás son UN, con permiso de Shakespeare, Marías, Vargas Llosa y otros que, aunque brillantes, no alcanzan su hondura). La serie, aunque acusa el paso del tiempo por la estética televisiva de aquellos años –1981–, está magníficamente documentada y tiene momentos llenos de emoción. Por lo que hay que olvidarse de la estética y de algunas interpretaciones (horroroso Imanol Arias) y centrarse en el guión, que es soberbio, ya que, sin caer en lo obvio, va mostrando la evolución del pensamiento cervantino y el desarrollo de su personalidad partiendo del soldado fiel, defensor del imperio, al hombre desencantado, que ha pasado por cautiverios e injustas prisiones, que ha visto caer los principios de la patria que amó, que ha visto pervertirse al rey que defendió y morir de hambre al pueblo por el que luchó. Es entonces cuando nace el Cervantes cuya pluma nos envenena. Y nace con una sola frase en la serie: "No tengo más principios que los que me dice mi conciencia". Ah. Ahí hemos llegado, don Miguel. Ni yo tampoco. Y eso se lo debo, en parte, a usted.

Y ahora me enredaría en una entrada sin final sobre el individualismo y El Quijote, el Renacimiento y la libertad, sobre Felipe II y los principios del imperio, sobre cómo marca la obra de Cervantes su propia vida, sobre su condición de hombre de fe, cristiano viejo puesto en dudas, sobre sus amores prohibidos (nada alimenta más las pasiones que aquello que nos es negado), sobre don Juan de Austria, Erasmo de Roterdam... Y un sinfín de cosas que se me amontonan en esta mente caótica y amenazan, otra vez, con volverme loca (ése era el motivo de esta entrada, ¿no?).

Me motiva enormemente la capacidad de Cervantes de hacer tanto bueno en un entorno tan malo (escribió El Quijote en prisión). Eso me hace pensar, que, además de estar "tocado", es decir, poseído por el "enthusiasmos", era plenamente consciente de que la vida también es dolor ("La vida es dolor alteza, y el que diga lo contrario miente", El dulce Westley en "La princesa prometida". Y esta peli la dejo pa otro día). Por eso no desesperó en Argel ni se ahorcó en la cárcel ni se entregó al desánimo cuando no querían sus comedias (que pa consumir ya estaba Lope). Consciente de que la vida es dolor y es gozo, aprovechó sus días para saber lo que sabía: escribir.

En la caída de la España imperial, florecieron Lope, Cervantes, Góngora, Quevedo... El esplendor del Siglo de Oro. El desastre del 98 inspiró a Unamuno y Valle, entre otros. ¿Y esta puta crisis qué nos va a inspirar?

En nuestra mente está dejar que los átomos que, caprichosos, conforman nuestros ojos verdes, simplemente envejezcan contemplando impasibles que bien poca cosa es la vida –nacer, oxidarse, morir– o pulirlos con el brillo que otorga el inmenso e intenso milagro de estar vivos. Y de tener la risa y el sol. Y la muerte, claro. Y el dolor y la pena. Y si a veces creo que me estoy volviendo loca es, en parte, porque creo que la línea divisoria entre la pulsión de Eros y Tánatos es en extremo sutil y delicada, por lo que es sencillo traspasarla. Y en el lado de Tánatos la inercia es mayor. Os quiero listos para esta batalla que es la vida; por todo aquello que vuestro corazón ama.




La peli, ya sabéis cuál es. El cuadro es "El entierro de Atala", de Girodet-Trioson (1767-1824). Museo del Louvre.
O lo que es lo mismo, el espíritu humano y su debate entre dos grandes pasiones, Eros, representante del espíritu creador, y Tánatos, que ya sabemos lo que es.

6 comentarios:

  1. Uf! Me ha chiflado y herido el cuadro de Girodet-Trioson (lo escribo para recordarlo).
    Es verdad, muchas veces o por ciclos, siento la inclinación, esa dualidad de la que hablas.
    Muy curioso que cites a los grandes en una España en decadencia. Es extraño, verdad. Ahora, que la cosa va cuesta abajo, el árbol no sé si da los frutos literarios de antes. Habrá que esperar a la historia.
    ¿Te imaginas un encierro en una prisión de un estado pirata? Y ahora que dices esto, me he acordado de Wilde, su mejor poesía la escribión en la prisión de Reading, al fin de sus días.
    Besos, y que carai, viva la vida.

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  2. Ha sido genial. Resulta refrescante leerte, cuando hablo con la gente de España se nota un cansancio en lo que me cuentan... Dylan recibió un premio y se lo agradeció a su padre, que por lo visto le dijo al despedirse la primera vez que se fue de casa: "Hijo mío, este mundo puede envilecernos tanto que hasta nuestros propios padres nos abandonan. Incluso si eso sucede, nunca pierdas la fe en que puedes cambiar el rumbo". Me la he repetido muchas veces. Ese es uno de los pocos principios que profeso. Aunque espero no tener que aplicarlo...

    ¿Por qué no has hablado de todas esas cosas que apuntas por encima? Nos las debes ;)

    ¡Un besote! y gracias :)

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  3. Pudiera llegar el día, pero no será esta hora delobos cuajados de avaricia los que acaben con todo, pero hoy NO es ese día.

    Precisamos decirnoslo bajito cada días, hasta que seamos capaces de gritarlo.

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  4. Casualmente he topado con tu blog y la casualidad ha hecho que me quede, por cierto el relato sin amaneceres ni estrellas, sencillamente genial.
    Te dejo enlace de mi blog por si quieres visitarme, un saludo desde Tenerife.
    http://gofioconmiel.blogspot.com.es/

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  5. Igor, supongo que la vida es dualidad. Vivimos mejor cuando somos más conscientes de ello.

    Explorador, hablaré de todas esas cosas. Lo prometo.

    Pilar, pudiera llegar el día. Pero hoy tampoco es ese día. Esto, como oración matinal diaria :)

    Gloria, voy pa tu blog.
    gracias

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  6. Entre el eros y el tanatos, el esfuerzo daría en eros. Y Cervantes es, por tanto, un esforzado creador. Doble héroe tanto en su condición de soldado en Lepanto, como también en la de ciudadano porque siempre se levantó contra la adversidad. Nunca se dejó llevar por la inercia como una pluma sin destino.
    ¿Y nuestra época qué producirá? Lo mismo: o un grupo humano sin peso, evanescente, o una sociedad con conciencia de su valía y de lo que cree merecerse.

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