El blog de Luisa Tomás

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lunes, 17 de enero de 2011

Con Túnez en el corazón... y en la cabeza


Los tunecinos son gente maravillosa. En el verano de 2008 mi hermana pequeña tuvo que vivir allí y pasé con ella buena parte del verano. Su casa estaba en la capital, pero, concluida su jornada, "nuestro territorio" era más festivo, relajado y marinero: Sidi Bou Said (el pueblo más bonito que yo he visto jamás), Cartago, La Marsa... Su estancia allí hizo que aquel verano no fuéramos turistas: entablamos amistades que sospecho durarán siempre y con las que tuvimos la suerte de recorrer parte del país.

Los tunecinos son amables, simpáticos y tremendamente hospitalarios. Durante el último cuarto de siglo han estado condenados a una dictadura brutal y corrupta que anulaba sus libertades, sus perspectivas de futuro y, por supuesto, la opción de tener una vida que supusiera algo más allá de la mera supervivencia, el té a la sombra, un par de cigarrillos, el plato de cuscús. Poco más. Afortunado aquel que a los doce seguía estudiando o que trabajaba –por supuesto sin contrato– en un bazar el día que llegaba el barco de alemanes, italianos o españoles. Ninguna prestación social. Hombres de 30 años ganando dos euros al día. Eres un privilegiado si vives en la costa y en verano curras por el turismo: pobres de los campesinos del interior (no quiero ni acordarme del viaje a Tabarca, de los chavales de Kairouan). Y, por supuesto, silencio. Como en todas las dictaduras. Si abres la boca, quizá desaparezcas.

Un gran palacio en Cartago: vestigios romanos mirando al Mediterráneo. Ben Ali y familia. Muros enteros empapelados con su cara. Y la gente en silencio. "Túnez: paraíso mediterráneo". Eso era Túnez: un resort para Europa. Sarkozy pasó su luna de miel en Sidi Bou Said-Cartago. Llegó, abrazó a Ben Ali, exhibió a la Bruni y volvió a Francia. Aznar dijo que Túnez era ejemplo de democratización en el Norte de África. Zapatero jamás dijo nada. Según los documentos del Departamento de Estado de EE.UU. filtrados en Wikileaks, Túnez es un "país enfermo por la falta de libertades y la corrupción. Los diplomáticos describen a la familia del presidente como una cuasi mafia que actúa y se enriquece con impunidad".

Este verano volví a Túnez: una semana de descanso y ver a los amigos, comer cuscús y volver con un sabor muy agridulce: todo estaba peor. La crisis ha provocado que haya menos turismo. Ergo... menos dinero. Más pobreza. Menos trabajo.

¿Y ahora qué? Ahora estoy muy orgullosa de lo que han hecho los tunecinos echando al dictador. Mi corazón está con ellos y tengo muchas ganas de volver. A duras penas, puedo contactar con dos amigos a través de Facebook (prefieren que no se les llame). Internet se les cae constantemente, pero, de vez en cuando, en el puntito verde del chat, escriben: "Somos libres. Ben Alí, fuera".

Quiero pensar que las cosas les van a ir mejor, que habrá elecciones y empezarán a ser más dueños de su destino, pero cierto pesimismo me invade. La revuelta supuso unas medidas represivas brutales –que Trinidad Jiménez calificó de correctas cuando iban ya 80 muertos–, la policía y el ejército ha tomado las calles, hay toque de queda –con lo que a ellos les gusta estar en la calle de noche...–, ha muerto mucha gente, hay saqueos y empiezan a escasear los víveres. Europa calla, como siempre que no va a obtener beneficios y se habla de "transición" hacia no se sabe muy bien qué.

Mi miedo reside en que "a rey muerto... rey puesto". Es decir, que se haya ido Ben Ali y que venga otro similar y que encima Túnez pase a ser un país "inseguro" (por esta revuelta) y la gente no vaya, por lo que su fuente de ingresos principal, que es el turismo, se vea mermada.

Me duele el silencio español. Que lo único que se haya hecho sea repatriar turistas y la perlita de la Jiménez (boquita de piñón), me esperanza que los tunecinos –tan reposados, tan pachorras, que lo son– se hayan rebelado, me preocupa su futuro y me alegra oírlos ilusionados.

Ojalá pueda regresar pronto y contaros que por allí todo anda mejor que la última vez. Pero algo, no sé muy bien qué, me hace dudarlo. Ojalá me equivoque.

8 comentarios:

  1. Veo, compa Luisa, que tu vinculación con Túnez va bastante más allá de la que podamos tener los turistas ordinarios con países que visitamos (yo estuve en Marruecos hace bastantes años y me encantó, pero, claro, aquello no dejó de ser una visita-relámpago, de poco más de diez días...). Y veo, también, que tu visión y análisis concuerdan bastante con la que he podido conocer por los medios de comunicación en los días pasados recientes. Ojalá (y conste que suelo ser bastante escéptico ante estas situaciones) todo haya sido para mejor (es difícil empeorar cuando se está tan mal...), pero habrá que esperar a este compás de ídem para ver qué es lo que pasa. Y su onda expansiva, claro...

    Un fuerte abrazo y buena semana.

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  2. Sí, hay que esperar, aunque de momento ya es un triunfo que los tunecinos se hayan revuelto contra quien los aplastaba. Y que sin miedo lo hayan echado. Ahora... a ver qué pasa.
    Gracias, Manuel.

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  3. Yo también alucino. Lo que pasará, pasará, pero de momento tenemos que, por primera vez en mucho, la gente ha logrado cambiar las cosas. Los ciudadanos, sin CIA's ni consignas prefabricadas.
    Para España y Europa, Túnez es simplemente un mercado, un lugar para vender y hacer negocios.
    Europa no es más que una asociación de tenderos.

    Lo sigo atento. Y Muy sorprendido, y con un punto de ilusión.
    Trinidad. Tiene la altura política de un pigmeo cojo.

    Saludos,

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  4. Muy bueno lo del pigmeo cojo, Igor. Es una metáfora sin parangón.
    Mantengamos la ilusión entonces.
    Bs

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  5. Ojalá tengan suerte, pero demasiados tiemblan de solo pensar en el efecto contagio, cruzaremos los dedos por un pueblo que como bien dices es amable, educado y elegante que tiene la suerte de vivir en un entorno precioso que ojalá puedan recuperar para sí.

    Un beso

    (de la patochada de Mouriño en Almería no hablamos)

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  6. sí, hay cierto pavor a que el efecto se extienda.
    De Almería... ni hablamos.
    Bs, Pilar

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  7. La conexión con un pueblo y la rabia ante la cobardía impune del Gobierno Español es algo que compartimos muchos amantes del Sahara. Espero de corazón que tú tengas más suerte.

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  8. Miércoles, el Gobierno Español se moja por muy pocas cosas. Por nada diría yo

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