El blog de Luisa Tomás

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viernes, 9 de abril de 2010

Madrid, Madrid, Madrid

Que cien años no son nada –o veinte, o los que sean– no es más que una mentira y una frase hecha que se emplea, casi siempre, como todas las frases hechas, para rellenar o empezar un texto –¡dios, acabo de hacerlo, no tengo imaginación!– que uno no sabe bien cómo empezar. Pero cien años son muchos. Y en ellos pasan muchas cosas, aunque hay imágenes que, con un siglo de diferencia, parecen detenidas y vencen el paso del tiempo. Veamos si no, la inauguración de la Gran Vía –con aquel rey, tan lejano– y la celebración de su centenario –con éste, tan próximo–. Ejem... El tiempo no pasa por las monarquías (debe ser lo único).
Pero bueno, reyes aparte –por favor (menos los del 6 de enero)–, esa calle merece de por sí una corona. A pesar de los zaras, los hacheyemes, mangos y demás franquicias –tan impersonales como la camiseta que llevo hoy, comprada en alguna de ellas, casi seguro–, por la Gran Vía aún se respiran esencias de lo que es Madrid para aquellos a los que Madrid nos gusta.
Siempre he creído que vivimos en un país –España– tan cateto, que se le sigue dando una importancia desmedida al lugar al que uno nace. Y yo creo que, más allá de lo meramente afectivo (que es mucho, pero íntimo y personal), el lugar donde uno nace –o se cría, o ambas cosas– no es más que un azar. De ahí a hacer de ello un orgullo (vacío, como casi todo lo que marcan las consignas políticas), hay un salto que muchos millones de personas han dado arengados por vacuas consignas. Y si ello ya lo llevamos a terrenos tan resbaladizos como el fútbol, mi náusea es incontenible.
Lo que siempre me ha gustado de Madrid –amén del Prado y el Retiro, el Madrid de los Austrias y la calle Alcalá y lo que esta calle supone cuando llega la calor (y la color, y la canela fina y la tremolina) y otros encantos– es que aquí eso no existe. Casi nadie es de Madrid, Madrid –dadle el tono, que yo no sé escribirlo–, y da igual de dónde sea. Y nadie pregunta ni te mira ni te dice. Aquí no hay acento ni color dominantes y, entre las tradiciones más arraigadas, está la de tomar cañas los domingos, con oreja, gambas, anchoas y aceitunas. Y beber vermú de grifo. Y echarse a la calle en cuanto sale el sol.
Y mola de la Gran Vía que resume Madrid. Es un resumen de una línea; desde Castellana a Plaza España: con su aglomeración y sus coches y su ruido –Madrid siempre ha sido bulliciosa y ruidosa, y Galdós ya lo contaba muy bien–. El sitio donde convive Loewe con un bar, a la vuelta de la esquina, donde tiras las cabezas de las gambas al suelo y cafeterías con olor a churros.
Madrid no quiere ser más cosmopolita ni lo necesita. Y para ser como es, sobran Gallardones & Co., discursos regios y demás atropellos contra su esencia.
Y como este post es muy largo y podría seguir hablando del tema horas, paro aquí y me reservo para las cañas del domingo, a ver si pueden ser en el Rastro.

3 comentarios:

  1. Yo a Madrid la verdad es que le debo una segunda oportunidad. Estuve hace unos meses, para el puente de diciembre, y no sé si fue por lo inadecuado de las fechas o el tiempo que nos hizo, que me llevé una pequeña decepción. O quizás el hecho de que nos organizamos tan mal, quisimos evitar al máximo las larguísimas colas que encontramos, que no pudimos disfrutar de las maravillosas pinacotecas y casi ni de la ciudad. Me llevé una agria sensación de caos y de saturación incomprensible para mí, acostumbrada como estoy a las ciudades. Quiero creer, y creo, que Madrid es mucho más que eso, por eso tendría que volver en otra época, rectificar los errores que cometimos y seguro que encontraré una ciudad que me gustará y mucho.

    Un saludo!!!

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  2. Yo soy muy pueblerino y me sacas de Salamanca y me pierdo...pero la verdad, es que Madrid, a pesar del agobio que me provoca, me parece muy acogedora. Hay un artículo de Pérez- Reverte que se titula algo así como "4 calles de Madrid" que creo que te gustaría ;)

    Por cierto, me mandaron un premio circular :) que tenía que ir pasando a otros blogs, y he pensado en el tuyo, entre otros. Espero que no te moleste la publicidad, está en mi última entrada.

    Un saludo :)

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  3. Atticus, dásela. Venir en un puente no es buena idea. Tampoco en Navidad. Vente un martes, y disfruta. Es una ciudad estupenda.

    Explorador... ¿Salamanca? Me encanta.Cuando era joven -más aún, quiero decir-, iba todos los años, tenía allí a unas amigas estudidando. Y tengo grandes recuerdos. Volví hace dos veranos a pasar un finde. Me encanta. Gracias por lo de Pérez-Reverte; lo conozco, y me encanta.
    Y no me molesta lo de tu premio circular. Es más,me halaga. Gracias.
    He leído tu entrada. ES genial.

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