El blog de Luisa Tomás
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viernes, 23 de abril de 2010
El día del libro y el Cristo que lo fundó
De todos a quienes yo dedicaría hoy mi día del libro, que me parece, en buena parte, una gilipollez, me quedo con Miguel Hernández: por poeta, por pastor y por rojo –amén de otras aficiones, de las que hablaré en menos que canta El Gallo–. Pero para recordarlo no necesito el día del libro, ni que se cumplan cien años de su nacimiento, ni al Cristo que lo fundó.
A la dulce edad de 13 años me compré, por primera vez con mi dinero, dos libros: El Cid y una Antología de Miguel Hernández. El Cid –el que cabalga, el caballero castellano, no el otro– lo dejo pa otro día –al otro, quién sabe, quizá también–. A Miguel Hernández, me lo quedo hoy, como me lo quedé desde aquel día, en el que supe que algo importante estaba pasando en mi vida al leerlo.
Me quedo con él, con su vida y con su muerte, con la pena por el hijo y con su orgullo de pastor; con él y el rechazo que sufrió por parte de sus propios compañeros –tan burgueses y sí, progresistas, pero tan fuera, a veces y sólo algunos, del sentir del pueblo–. Me quedo con su piel curtida de campo, de brisa mediterránea y con su dolorosa muerte en la cárcel. Con sus manos, con su sentir de tierra, con el surco en los versos, con el arado y su mirada; aquella que ni sus propios compañeros de filas (algunos muy señoritos, de pajarita y manicura) quisieron mirar frente a frente por no sentir vergüenza. Con su frente limpia, con su lucha, con su serenidad y su pena... A la espera de que algún día la justicia -la que los mismos que acabaron con él pretenden hoy asfixiar- haga honor a su memoria, que vive en mí y en tantos otros que lo recuerdan y en algún momento de su caminar sentimos en sus versos el latir y la muerte, el amor, el duelo y haber nacido para el luto -me encanta ese segundo verso, ¿alguien se acuerda del primero?-.
Por él es para mí este día. Los libros que se hayan vendido hoy, sinceramente, me la pelan. Yo no me he comprado ninguno (soy un mal ejemplo, pero lo políticamente correcto, insisto, me la trae floja).
Y podría pegarme una jartá a llorar recordando las "Nanas de la Cebolla" (la cebolla es escarcha cerrada y pobre, escarcha de tus días, y de mis noches... Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha, grande y redonda...), pero como hoy no quiero llorar, reivindico aquello que es lo único que nos sirve, realmente, para ser felices, la libertad (tomad nota, capullos -no me refiero a vosotros, esquilmados lectores, sino a los que no creen en ella-).
PARA LA LIBERTAD
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
MIGUEL HERNÁNDEZ, El hombre acecha, (1938-39)
Y un par de palominos (perdón, pájaros, es que Cervantes a veces se me viene a la cabeza con un no sé qué que se queda balbuciendo, que diría San Juan -dios, qué pedante eres, me diría un gran amigo-) de añadidura. O lo que es lo mismo, dos pájaros de un tiro honrando al poeta, con Sabina cantando mejor que nunca o eso dice mi hermana mayor, y ella, como toda mi familia, de Sabina sabemos mucho.
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¡Pero pedante! Deliciosamente insoportable. Gran artículo, vive Dios. Tiene hasta sus gotitas de misterio.
ResponderEliminarGracias manon, veo que entras al trapo como corresponde a los de tu especie, a los amigos de tu especie, quiero decir. Eres quien más veces me llama pedante en el mundo; y me encanta. Y gracias por piropear mi entrada. La escribí anoche al llegar de unos vinos. Igual ésa es la clave para que las cosas salgan bien: beber. ¿El misterio? Ya se desvelará. Todo tiene su tiempo.
ResponderEliminarAbrazos
Mi madre tenía por las estanterías una antología de Miguel Hernández de cuando ella estudiaba Filología hispánica, y creo que la he robado de allí miles de veces. También es uno de mis poetas favoritos, algunos de sus poemas me hacen saltar las lágrimas como pocos, aunque hace tiempo que no le hago ninguna visita literaria. Muy buena tu reseña.
ResponderEliminarUn saludo!!
PD: Aquí en Cataluña es diferente... es Sant Jordi, y el día tiene un punto de magia, de color y sí, muchos libros!! Para los que nos gustan, es una excusa (aunque no hagan falta) para comprarlos y regalarlos, para todo el mundo... rosas y paseos por la ciudad en primavera, que está preciosa, jeje :-)
Muy bueno, a mí también me sorprende que la gente se lance a por un libro( o a hacer cualquier cosa) sólo porque sea el "día de...", aunque la verdad es que con lo caros que son los libros en España, a veces a uno, por poco descuento que le den, le apetezca buscar ese libro que tanto quiere leer...y que nunca está, porque todas las librerías llevan los mismos puñeteros best-sellers.
ResponderEliminarMiguel hernández...recuerdo unas vacaciones, fuimos a Orihuela para ver su casa, porque nos quedaba cerca. Hacía muchísimo calor, sin nadie en la calle. Llegamos pronto a su casa, y no había abierto por la tarde aún, así qe preguntamos, y dimos con un señor mayor que dijo que lo había conocido, y hablaba de él como Miguel esto y Miguel lo otro...fue muy emocionante, ver la higuera donde nos dijo que se sentaba mucho a leer, y muchas cosas. Espero que fuese cierto que habían sido amigos, creo que lo era. Y me encanta su poesía, tan pasional, tan de la tierra, con tanta fuerza. He de reconocer que mi favorito es Cernuda...pero luego, diría que Miguel, sí.
Una maravilla de entrada, yo también me puse a escuchar esa canción ayer por la mañana. Un beso :)
Buena elección. Miguel Hernandez es de esos pocos poetas que consiguen mover al más frío..o a los que no nos interesa la poesía.
ResponderEliminarHola, perdón por escribirte por este medio, somos una red de librerías de usados www.buscaslibros.com y estamos recopilando información sobre blogs literarios para publicarlos en nuestra página. Ya hemos registrado tu blog para compartirlo con nuestros usuarios dentro de poco. Saludos y si buscas libros agotados, raros, etc, te esperamos por allá!
ResponderEliminarGracias, buscaslibros.com, ahora os echo un vistazo. Gracias por registrarme con vosotros, es un honor.
ResponderEliminarRenaissance, Miguel Hernández es conmovedor, estoy de acuerdo.
Explorador, como siempre, tus palabras son más que bienvenidas. EStás en tu casa. Gracias por compartir tu experiencia en Orihuela. Qué interesante, qué bonito.
Atticus, gracias a ti también. Sí,Sant Jordi parece una fiesta bonita, con magia y color como tú dices. LA primavera es, además, el momento del año en que más ganas tenemos de estas celebraciones al aire libre, con el calorcito. Cada lugar tiene las suyas, con su magia, su color y sus peculiaridades. Supongo que de una forma u otra son manifestaciones culturales que debemos defender.
Un saludo
Pedazo de entrada.
ResponderEliminarViva la libertad.
Gracias, gracias, reuducido pero selecto público
ResponderEliminar"cantando espero a la muerte,
ResponderEliminarque hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas."
¿Por eso cantamos tanto en casa?
Da gusto leer tus entradas, ácidas pero dulces a la vez. Besos
Ay, Nere, qué linda eres sobrina. Sí, igual por eso cantamos tanto en casa. Ninguno cantamos bien, pero todos damos el cante...
ResponderEliminarEl gusto es mío, peque.
Besos
Ah, Nere, gracias por recordar esos versos tan bonitos...
ResponderEliminarSi me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba....
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Ay, qué bonitos. Grande, Miguel Hernández.
Besos. Cómo me gusta que te guste.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGran posteo. Me ha encantado el resultado de todo él.
ResponderEliminarUn beso
Veo, compa Luisa, que te apasionan los versos de Miguel Hernández -y los glosas muy, pero que muy bien...-. A mí también me gustan, aunque he de confesar que hace muchos, muchísimos años que no leo nada de él (y de casi ningún poeta, todo hay que decirlo). Mera cuestión de descartes, sin ninguna mala intención...
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana.
Gracias, Carlos.
ResponderEliminarOtro para ti.
Sí, Manuel, me gusta mucho Miguel Hernández. ¿Leer poesía? Es bueno tener algún libro en la mesilla y, de vez en cuando, echarle un ojo.
Reconcilia con la vida.
Gracias por pasar por aquí
Luisa Tomás
Hola Luisa,
ResponderEliminarvengo de visita desde el blog de Ethan, y me quedo, te voy a seguir porque me gusta como escribes, tienes una entonación pícara y se me ha hecho muy ameno leerte.
Felicidades, saludos violetas,
Maribel
Hola, bienvenida, Maribel. Eres más que bien recibida. Me alegra que te guste el blog.
ResponderEliminarUn saludo.
Luisa