El blog de Luisa Tomás

El blog de Luisa Tomás

miércoles, 3 de octubre de 2012

Recuperando historias (otra vez, sí)

Que no escribo una línea ni aunque me maten es algo que resulta obvio, dado el abandono al que estoy sometiendo a este pobre blog. Y no es que no tenga ganas, es que no encuentro el momento de sentarme y contar un cuento. Inventarme un relato o pensar algo sobre lo que quiera o pueda escribir.

Abandonada por las musas, echo la vista atrás, hace exactamente un año, a ver qué escribía yo por entonces. Y qué encuentro. Esto. Qué sensible estaba yo entonces.

Os lo dejo, por si os apetece releerlo. Yo lo he hecho y, aunque lo cambiaría de arriba abajo, he optado por no tocar nada. Las cosas que uno hace ha de aceptarlas como se acepta a la persona amada, como un todo lleno de imperfecciones y virtudes a las que amas por igual.


¿Un bombón?

Harta como estaba de contar calorías, un buen día, decidió montar una pastelería y nombrar sus dulces con recuerdos de sus amores. Las napolitanas de chocolate pasaron a llamarse “besos de Miguel”; las palmeras, “los ojos de Luis”. Y así hasta llegar a los bombones, para los que no halló sustantivo posible.

Cada mañana, antes de que el sol desperezara al día, ella elaboraba sus delicias con mimo. Cada amanecer era un ritual de limpieza, apetecibles olores, claras a punto de nieve y música clásica. El barrio entero se despertaba con la dulzura que desprendía su casa, con un apacible rumor callado que inundaba el viento de azúcar y el otoño de cabello de ángel.

Los niños se peleaban por asomarse a la ventana y verla sacar del horno enormes bandejas de "caricias de Juan" (croasanes). Los hombres se peleaban por verla amasar: entre sus dedos, aquella mezcla deforme de harina y manteca se convertía en delicada seda; una caricia deslizándose por sus manos, tan blancas.

Y así pasaban los días, los inviernos y los años. Y ella seguía impregnando las calles de sabor y los estómagos de dulces e intensos recuerdos bañados de vainilla y azúcar glass. Pero sus pequeñas joyas de chocolate seguían sin tener nombre ni sus noches compañero, más allá de los libros de recetas y algunas soledades compartidas con una copa de vino y películas en blanco y negro.

La ciudad aún dormía y la nieve cubría con su manto las chimeneas la mañana de enero en la que supo cómo se llamarían sus bombones. Con la pulcritud y la parsimonia de siempre, peinó sus canas y cubrió su pelo; anudó su blanquísimo delantal a su delicada cintura, ya sin la firmeza de tiempos pasados (ay, de la juventud efímera –pensó–), y al mirarse al espejo supo que el verdadero bombón de su vida había sido ella misma.

Con su imperturbable belleza, ya ajada pero eterna, y su mirada limpia, abrazó satisfecha su taza de café mientras contemplaba caer los copos al otro lado del cristal antes de abrir su pastelería y regalar al barrio entero decenas y decenas de "Adelas", algunas con pistacho, otras con trufa y otras, las mejores, de chocolate puro: como su corazón. Como ella.


8 comentarios:

  1. Entiendo, compa Luisa, que tú lo quieras retocar por todos lados (¿a quién no le pasa con lo que escribe, pasado un mínimo de tiempo…?), pero a mí me parece un texto estimable: estimulante, hermoso, tierno y delicado. ¿Qué otra cosa se le podría pedir…? En cuanto a la ‘perrera escritora’, también te puedo asegurar que es algo casi epidémico (y no apelaré a aquello del ‘mal de muchos’, y tal, pero ya se sabe…). Ánimo y ya llegará el otoño. ¿Ah, que ya llegó? Bueno, pues eso…

    Un abrazo y hasta pronto.

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  2. Gracias, Manuel. Sois vosotros, que me leéis, los que me animáis a seguir con esto.

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  3. ¿Esto es metaliteratura? Una palabreja del que nunca estoy nada seguro de saber qué es. Supongo que es hablar de literatura dentro de la literatura, algo así como el cine dentro del cine. Insisto en mi desconocimiento de tan altas deficiones.
    Porque considerar los textos dejados en el camino como « se acepta a la persona amada, como un todo lleno de imperfecciones y virtudes» es algo que me ha dejado con una amplísima sonrisa. Esta tan necesaria para pasar nuestros días.
    Un beso. El bombón estaba tan bueno como el primer día.

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  4. Me gustó entonces y cómo no ahora.

    Pero, venga, anímate.

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  5. Es típico lo de borrar y contar d enuevo pero a mi me guata así, la otra vez no lo leí ( aún no estaba por estos lares).
    Lo de las musas tiene fácil solución solo hace falta mirar lo que te rodea, estamos rodeados de historias, escuhar, siempre se ha sabido que los que escribimos somos un poco cotillas, lo justo como para sacar de una conversación cotidiana algo digno de relato.
    Besos de gofio y no desesperes.

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  6. Mira por cuanto me has endulzado el dia,saboreando la dulzura de tu comentario), tú sigue escribiendo que más de una te seguimos y nos das el empujoncito para disfrutar el dia a dia.
    Besos. paquita.

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  7. Me acuerdo de este. ha sido chulo volver a leerlo. Pero no seas vaga, anda ;P

    Un abrazo :)

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  8. Interesante. Aún me acuerdo del poso de esperanza y melancolía que me dejó en su día cuando lo leí.

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