El blog de Luisa Tomás

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viernes, 9 de julio de 2010

El libro del fantasma


Laura estaba acostumbrada a ver el fantasma de su abuela, que le hacía una visita la primera noche de luna llena de cada mes. Al principio, cuando era más niña, trató de explicar a sus padres lo que pasaba, pero ellos pensaron que eran sólo imaginaciones de la pequeña, y, ante su insistencia, incluso la llevaron al psicólogo, que confirmó que la niña estaba perfecta y que el fantasma del que hablaba era fruto de su despierta imaginación, por lo que, mientras no manifestara miedo, no debían preocuparse. Añadió, además, que la muerte de la abuela, repentina, podía haber supuesto cierto trauma para la niña. Algo natural que iría pasando con el tiempo.
Laura supo entonces que nadie la creería jamás. Así que decidió no volver a hablar del tema. La abuela Águeda murió una clara noche de luna llena, cuando Laura tenía cuatro años. Un infarto se la llevó cuando se encontraba leyendo en su cama, con su hermoso camisón de algodón y puntillas. La encontraron a la mañana siguiente. Su rostro, sin vida, tenía un aspecto sereno, enmarcado por su pelo blanco, recogido en un moño. En su regazo, un libro: “Sonatas para una despedida”. La abuela Águeda había muerto leyendo. Laura asistió a su entierro de la mano de sus padres. Y, a su temprana edad, fue consciente de todo lo que pasaba. Supo que echaría mucho de menos a su abuela y que nadie jamás le leería los cuentos tan bien como ella.
Un mes después, Laura estaba en su habitación, en la cama, hojeando un cuento que no sabía leer, pero que le encantaba. Iba pasando las páginas y viendo los dibujos y recordaba la historia que tantas veces su abuela le había narrado. De repente, una mano, silenciosa, blanca, se posó en su hombro. Laura levantó su mirada y vio a su abuela, con su camisón blanco, su moño, su sonrisa. Y no sintió miedo. Laura alargó su mano y le alcanzó su cuento, con la intención y el deseo de que la abuela se lo leyera. Pero, para su sorpresa, no se lo leyó. Llevándose su dedo índice a la boca cerrada, Águeda le indicó a la niña que no podía hablar, pero, con la otra mano, le ofreció “Sonatas para una despedida”, el libro que estaba leyendo cuando murió, con una señal –una foto de ambas, tomada el pasado verano– en la página 120. Después, se marchó.
A los padres de la niña no les sorprendió que guardara entre sus cosas el libro de Águeda, estaban muy unidas y pensaron que lo debía haber cogido en una de las visitas a la casa de la abuela, realizadas, principalmente, para ordenar cosas y ponerla en venta.
Todos los meses, la primera noche de luna llena, Águeda visitaba a su nietecita. Juntas, pasaban páginas de cuentos, en silencio, hasta que Laura se quedaba dormida. Así, mes tras mes, año tras año. Y Laura fue aprendiendo a leer. Y, en sus reuniones secretas con el fantasma, era ella la que, siguiendo el dedo trémulo de la abuela, leía las pequeñas historias de princesas y erizos que hablan, de piratas y reyes sin corona... sonriendo a su abuela, que la miraba con ternura.
Laura, que había heredado de su abuela su pasión por la lectura, fue dejando los cuentos y cambiándolos por libros. Esa noche, el fantasma llegó antes de lo previsto. Laura indicó con su mano que se sentara a su lado, pero el fantasma no fue hacia la cama, sino a la estantería, cogió “Sonatas para una despedida” y se lo alcanzó.
La niña entendió entonces lo que su abuela quería. Abrió el libro por la página 120 y empezó a leer en voz alta. Su abuela, complacida, la miraba sentada en un sillón. Al llegar a la página 180 y pronunciar la palabra fin, dos lágrimas recorrieron la cara sin vida, pero con alma, del fantasma, que jamás regresó.

10 comentarios:

  1. Que historia más bonita!!!! me ha encantado.
    Un besaso y hasta la vuelta

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  2. Me encantan las historias de fantasmas, y me descubro ante esta. Que tierna, que plácida historia. Genial :)

    Recomendación ;), "El fantasma y la señorita Muir". Un saludo.

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  3. Gracias, Explorador. A mí también me encantan. Como a uno de mis escritores favoritos, Javier Marías, que ha reflexionado mucho sobre "El fantasma y la señora Muir". Muy lejanamente, este relato mío se inspira (ni se aproxima, el suyo es inmenso) a uno de Marías de cuyo nombre no puedo acordarme ahora, pero habla de un fantasma (en una de las versiones es Zapata) que vuelve para escuchar las lecturas de una criada a su señora. Ah, sí, se llama "No más amores". Te gustará si no lo conoces.
    Abrazos

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  4. Maravilloso relato. Me ha gustado mucho el final, tan emotivo.

    Saludos.

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  5. Gracias, por tu benevolencia y tu visita, Mary-Chan

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  6. Me ha parecido precioso qué mejor legado que la pasión por la lectura y el silencioso acompañamiento hasta que la madurez permite expresar el adios sin más que un dulce dolor de despedida.

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  7. Gracias, Pilar. Y Bienvenida, por supuesto.

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  8. que chafa historia solo viene a que le lea un libro

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  9. Ya siento haberte decepcionado. Otra vez será o vendrá a algo más interesante
    Gracias, Anónimo
    Luisa Tomás

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