Si le preguntaran a mi exnovio por mí, seguramente diría que me gusta el vino y no sé cocinar. Y, aunque ambas son tan ciertas como el verde de mis ojos, jamás mencionaría en mi descripción el brillo y la hondura de tan esperanzador color. Porque no llegó a conocerme. Quizá tampoco yo a él. Qué más da. Si tal día hace un año y seguimos vivos, porque para vivir, además de respirar, dormir y beber agua, sólo se necesita querer vivir. Que no es poco.
Si me preguntaran a mí por él, como me estoy preguntando ahora, diría que es buen tío. Y que no me costó quererlo. Y quizá poco más. Porque no llegué a conocerlo. Pero no diría que tiene una nariz preciosa o unos perfectos incisivos. No. ¿Para qué? Si ya sabemos que la realidad no lo es en sí misma y que en aquellas distraídas perfecciones me entretenía gustosa por los caprichos y los juegos que sólo concede la ceguera del amor (lo dijo mejor Shakeaspeare: "El amor no ve con los ojos, sino con el alma, y por eso pintan ciego al alado Cupido").
La última huella del amor, cuando se acaba, es dejarle al otro que se vaya y no enredarse en marañas vacuas que sólo causan dolor, abatimiento, hartazgo y asco.
El amor, para que se dé, tiene que ser recíproco. Si no, es otra cosa, no muy sana, que acaba tarando las mentes, dañando los corazones y aliviándose con Prozac y bourbon mientras la luz que somos va muriendo lentamente. Y acabamos siendo dos piernas y un corazón destrozado con un cadáver a cuestas.
Y no sé por qué me despierto y escribo esto hoy. Ah, sí, porque tal día hará un año. Y no voy a poder escribir porque juegan el Atleti y mi Madrid y estaré en otros amores, más blancos. Y espero que gratificantes.
Que al final, la soledad no es tal si al mirarse una al espejo éste le devuelve la sonrisa que sólo produce una pasión inconmensurable e infinita por la vida. Es el caso. Y brilla un sol espectacular de febrero que alimenta nuestra llama y que recuerda que somos eso, luz. Que nada os la robe, amigos. La luz es conocimiento, la luz es vida. La luz es luz.
El blog de Luisa Tomás
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Eres una CRACK!!
ResponderEliminarMe pillas con la guardia desconectada, ¿será por eso que este escrito del corazón me ha parecido dos veces hermoso?
ResponderEliminarVolando hacia el horizonte. Ahí estamos.
Besos.
Tal dia hará un año y el pasado quedó atrás.
ResponderEliminarUn saludo
Cada vez veo el amor más como una planta de crecimiento completamente indómito y desmesurado (ni el hormigón lo hunde). Ya le pongan guías, poden o lo que sea, él no sale por donde le piden, sino por donde él tira. Es un monstruo que devora lo accidental y lo hace esencial, y lo que fue esencial puede dejar de marcar su porvenir.
ResponderEliminarPero lo que sí ha de ser, sin duda, es recíproco. Sin ello, tanta desmesura se marchita. No porque no se le riegue, que también, sino porque pierde esa insumisa potencia, que se enraiza en la reciprocidad, de salir adelante como sea.