A todos los pastores, sobre todo a los de la Sierra de Cuenca. Y más a los que tengo más cerca. Y con mucho cariño y gran amistad, a la memoria de Emiliano Caja.
Porque he sido pastor, sé de dónde suena el viento y qué luna habrá mañana. Mis huesos conocen el frío del invierno. Mi frente, el sudor del verano. Mis pies, el crujir de la nieve. Mi alma, el olor del amanecer, la tibieza de la lluvia de junio. He sido pastor. Lo fui mientras me fue posible. Y porque he sido pastor, sé dónde la hierba ofrece mejor descanso. Sé dónde duermen las águilas, lo que les pasa a los árboles.
Cuando fui pastor le temí al lobo y dormí con mi ganado para protegerlo. Por mis ovejas viví desvelos y duermevelas. Cuando era pastor, nunca imaginé que el lobo venía de día y le trataban de don. Primero, le quitó valor a mi trabajo y fingió protegerlo con subvenciones que venían de un sitio donde no saben que yo, sin mis ovejas, ya no doy vida a las veredas ni cuido de los montes buscándolas al amanecer de agosto, cuando el resto del mundo, incluido el lobo, duerme.
Por ser pastor dejé mi casa y mi tierra. Y con mis ovejas pisé caminos y atravesé pueblos buscando su alimento y mi bien. Hollé La Mancha, Extremadura y Andalucía. Y volví a estas sierras año tras año con la ilusión de la primera vez, a la querencia del verano y de los míos. A los pinos y a las fuentes. Y llené estos montes de balidos. Por ser pastor, renuncié a los domingos, pero ayudé a que nacieran corderos, curé a sus madres y los alimenté los días de hielo y nieve. Cuando fui pastor, acepté las normas y, con ellas, al lobo: cumplí plazos, saneé, vacuné, compré lo que se me pidió, invertí, gasté y fui asumiendo que ser pastor, cada día, era más difícil.
He sido pastor y con mi grito desperté a la mañana. Tengo mi piel surcada de sol y de aire. Sé dónde berrean los ciervos, dónde duerme el jabalí, por dónde se entra a las cuevas. Y sé dónde se ataja un incendio, dónde nacen las fuentes, de qué se quejan las flores, cómo se enseña a un mastín. He sido pastor y en mis soledades comprendí lo que significa la palabra compañero. Y cuando llegó el día ayudé y saboreé la amistad en cada trago de cerveza con los que, como yo, un día fueron pastores. Y juntos supimos que un pastor nunca se entrega al cansancio, a la enfermedad ni al desaliento. No nos acobardó la sequía ni tampoco el impacable invierno. No nos dio pereza madrugar, trabajar y cansarnos.
Fui pastor. Y temí al rayo, tirité de frío y aguanté el calor. Cuidé de mis animales y fui parte de los bosques. Y en mi trajín diario tuve risas y llantos, bonanza y escasez. Pero jamás desánimo. Puse mi destino a merced del cielo y sus inclemencias, hubo años que aposté a una cría. Otros a dos. Me equivoqué, acerté, perdí y otras veces gané. Algunos días, los más grises, incluso me venció el sosiego, el eco de las montañas, el incesante y sordo movimiento de los árboles. Y con todo pude hasta que la zarpa del lobo me alcanzó.
Y ahora que el lobo, que hace años dejó los montes por los despachos, me obligó a dejar de ser pastor y veo estas sierras invadidas de silencios, los caminos sin cencerros, los pueblos sin futuro..., mi alma de pastor, abatida, amenaza con rendirse a la pena, pero me lo impide el orgullo. Mi orgullo pastor.
Luisa, me llegan al alma tus palabras. Has recogido en unos pocos renglones el sentir de mucha gente.
ResponderEliminarOrgullo pastor siempre.
Siempre, siempre. Orgullo y alma. Al final es lo que nos queda
ResponderEliminarjoder, cuando algo se escirbre con el corazón se nota dos veces, cuando lo lees y cuando, luego, piensas en ello.
ResponderEliminarAh... Tienes mucha mano para las descripciones de la naturaleza, para encontrar su belleza, que es mucho más eterna que nosotros.
Besos.
En la naturaleza me crié. Es normal. Parte de ella somos. Y lo de los pastores... me llega al alma.
ResponderEliminarTu Vamurta también
Gracias
Qué necesario es el Orgullo Pastor y qué poco se valora...
ResponderEliminarNosotras lo tenemos, nena :)
ResponderEliminarPor eso, los que somos hijos de pastores, no creeoms ni en batman, ni en spyderman, ni en superman... son supeheroes de pacotilla, nuestro superheroe vive en casa.
ResponderEliminarClaro, y a todo venció. Sin capa ni antifaz. Qué grandes!
ResponderEliminarMi enhorabuena,por el homenaje que haces a los pastores, pues aunque nos pese ó nó siempre les han visto como "EL PASTOR". No por eso les menosprecian NO, pues yo que conozco muchos valores de esos trabajadores, tengo que reconocer que cuando vuelvo a los pueblos, siempre quiero encontrarme con alguno, porque ellos que han pateado nuestros campos, saben donde está el mejor manantial,(donde ellos bebian su agua)saben donde los pajaros que ni sabemos si existen,allá te llevan para ver sus
ResponderEliminarnidos, todos los atajos y paisajes mas bonitos, ellos los conocen.
Creánme que para mí eso es la naturaleza, y la verdad que siempre que puedo la disfruto.
Por eso mi enhorabuena Luisa, por lo bien que nos has detallado la vida de estas personas.
!!Ah y no hemos comentado lo artesanos que eran pues yo he visto preciosidades, que con un trozo de madera y su navaja ellos tallaban.
Gracias, Paquita.
Gracias, Paquita, por pasar por aquí. Lástima que queden ya pocos pastores con los que charlar.
ResponderEliminarBs
Muy hermoso y apasionado, me ha encantado recordar a mi abuelo, esas historias que nos contaba, esos sitios a los que alguna vez le acompañamos cuando ya no lo era...una pasada.
ResponderEliminarUn abrazo grande :)
Sentidas palabras que recuerdan el valor de lo que por ignorancia hemos perdido en un mundo que devalúa todo lo que desconoce.
ResponderEliminarUn saludo
Hola, Explorador. Gracias. Me alegra saber que este post te resulta evocador. :)
ResponderEliminarPilar, gracias. Hemos pedido demasiadas cosas.
Todo dicho... espectacular y emocionante...
ResponderEliminarGracias Anónimo. Me alegra haberte emocionado. TE lo dice mi orgullo, mi orgullo pastor :)
ResponderEliminarUn fresquito costumbrista y de interiores muy provechoso y bien hilado, ahora que el verano y la playa están a punto de eclosionar en todo su esplendor en las costas...
ResponderEliminarMe ha gustado.
Gracias. ¿Costas superpobladas? Me temo que no me apetece nada de nada.Casi prefiero las soledades grises del asfalto madrileño en verano.
ResponderEliminarGracias por visitarme :)
Buenas noches.
ResponderEliminarMi nombre es Jorge Vallejo y estudio antropología en la UCM. He estado buscando en internet información sobre los pastores (y su cultura) en Cuencua y me topé con esta web.
Me gustaría, si es posible por puesto, que me facilitase toda la información sobre ese artículo que has escrito.
Muchas gracias por la atención y espero no molestarle.
Saludos.
pasalomoco@gmail.com