El blog de Luisa Tomás

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jueves, 26 de abril de 2012

Todo pasa. Mucho queda


La vida sigue y la gente pasa. Es un hecho. Hay quien permanece y otros cuyo recuerdo se diluye como un insípido café soluble. Lo único bueno que tienen las despedidas es que son como un día de lluvia: melancólicas y hermosas. Hay algo de lo poético cada vez que uno dice adiós.

En este camino que llevo andando durante tres décadas y pico, he encontrado apacibles sombras y oasis, agrestes montañas, sedientos páramos, majestuosos corazones, sugerentes playas y refrescantes ríos. Sin haber dejado demasiados cadáveres a mi paso pero sí alguna huella en algunos pechos que cometieron la locura de quererme, he hallado un nutrido grupo de amigos y algún enemigo exacerbado que no soporta mis –según dicen– aires altaneros y esta cierta tendencia a la ironía y a soltar las verdades según se asoman a la lengua. Escupiendo realidad.

Y en ese nutrido de amigos que soportan estos mases y estos menos, siempre hay alguien que se las arregla para ir excavando, queriendo o sin querer, una abrigada cueva en la parte más innacesible y honda de ese músculo que baila al son de una sístole y una diástole que hoy laten agónicas entregadas a la tristeza de un vals que suena a distancia y adiós.

Sé que ahora que te alejas, amigo, hacia lugares que yo no transito y donde no tengo cabida, te llevas de mí algo más que el deseo sincero de que te vaya lo mejor posible y el recuerdo de una mujer –y me conociste siendo una adolescente, cómo pasa el tiempo– que escribía un tanto cursi y lloró como una cría cuando el Madrid cayó en semifinales aquella noche de abril donde tantas emociones se mezclaron y humedecieron entre lágrimas y pintas de cerveza.

En tu bar he aporreado tristezas y sacudido frustraciones, he querido y odiado. Reído y discutido. Y sobre todo he encontrado calor en días en los que el frío amenazaba con helarme el alma. Tu compañía y comprensión me hicieron olvidar jornadas laborables horribles, derrotas y los pequeños fracasos cotidianos. Sí, la vida sigue. Y, fíjate, el bar también, pero sin tu mirada.

Sé que ahora no te veré. Quizá incluso pasen meses sin saber de ti; el teléfono no se inventó para gente como tú. Pero yo seguiré aquí si un día necesitas un cable a tierra.

Hay quien dice que todo se olvida. Yo sé que no. Nunca caerás en el olvido porque tú nunca serás un recuerdo. Caminas conmigo, a miles de kilómetros, pero a mi lado, en la cueva que tan hondo, y en silencio, cavaste en mi corazón tan blanco (a tu pesar).

10 comentarios:

  1. Ya estoy otra vez llorando, esto es un no parar

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  2. Ese amigo debe estar orgulloso de tenerte como amiga porque le quieres y su ausencia pronta, te ha dejado en este estado de melancolía. Eso no se encuentra ni en cualquier lugar, ni siempre que se quiere. ¡Änimo! que las amistades si son sinceras y de las de "reserva" mejoran con lo años, eso sí, mimándolas un poquito..
    Bella despedida, sin duda. Saluditossss!

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  3. ¡¡¡Bueno!!!... Menos mal que no me he muerto... je je je... Te prometo que tendrás que aguantarme durante tiempo... UN BESIN y MUCHAS GRACIAS...

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  4. Gloria, no sé si orgulloso o no de tenerme como amiga. Pero me tiene :)

    Anónimo... que ya nos conocemos.

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  5. Emocional. Con las entrañas puestas sobre la barra. ¡Quién pudiera ser recordado así! Afortunado él, que ha sido amado y que tiene una ama de letras que canta.
    Emocional el final, pero también quiero decir que el arranque, ese rápido repaso de la vida, me ha dejado un buen sabor de boca. Una gotita de comprensión, otra de identificación. Una gorda de literatura.
    Besos.

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  6. Que derroche de sentimientos, sin sentimentalismos blandos.

    No me cabe duda de que sabe que puede contar contigo.

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  7. Gracias, Igor.
    Y gracias, Pilar.
    Los amigos a veces inspiran sentimientos extraordinarios

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  8. Bueno, es una putada cuando ves que esas cosas que tanto quieres, simplemente acaban. Y no hay consuelos que valgan. Lo siento mucho. Un abrazo. Y que te repongas lo mejor y lo más pronto posible.

    Besos ;)

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  9. No, no se olvida.
    Un abrazo.

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